PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA INFANTIL.

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POR EL CMTE. GERMÁN HERNÁNDEZ SANTIAGO

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF en el mes de mayo del año en curso señalo que el aumento en los niveles de estrés, la inseguridad económica y alimentaria, y el confinamiento a causa del COVID-19 han elevado radicalmente los niveles de violencia doméstica en México y requiere de acción inmediata para proteger a la infancia y adolescencia afectada.

La UNICEF señalo que, en países como México, el nivel de violencia intrafamiliar no debe desestimarse, particularmente en contextos como el actual. Las llamadas a refugios reportando violencia han registrado un incremento del 60 al 80% y las solicitudes de asilo en estos espacios ha incrementado un 30%, según datos de la Red Nacional de Refugios.

Encuestas realizadas en el país antes de la pandemia mostraban ya que el hogar es usualmente el lugar más peligroso para las mujeres y sus hijos e hijas en México, y que más de 6 de cada 10 niños y niñas de 1 a 14 años han experimentado disciplina violenta a nivel familiar, situación agravada ahora por el confinamiento.

La Unicef estima que, en México, el 62% de los niños y niñas han sufrido maltrato en algún momento de su vida, 10.1% de los estudiantes han padecido algún tipo de agresión física en la escuela, 5.5% ha sido víctima de violencia de sexual y un 16.6% de violencia emocional.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud OMS, El maltrato infantil puede definirse como cualquier tipo de maltrato físico y/o emocional, abuso sexual, desatención o trato desconsiderado, explotación comercial o de otra índole que ocasione un daño real o potencial a la salud, supervivencia, desarrollo o dignidad del niño en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil.

El Informe mundial sobre la violencia y la salud y la Consulta de la OMS sobre la prevención del abuso infantil distinguen cuatro tipos de maltrato infantil:

· Abusos físicos.

· Abusos sexuales.

· Abusos emocionales y psicológicos.

· Desatención.

ABUSOS FÍSICOS: El abuso físico de un niño puede definirse como el uso deliberado de la fuerza física contra un niño de modo que ocasione, o muy probablemente ocasione, perjuicios para la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño. Se incluyen en este concepto los golpes, palizas, patadas, zarandeos, mordiscos, estrangulamientos, abrasamientos, quemaduras, envenenamientos y asfixia. Gran parte de la violencia infantil en el hogar responde al propósito de castigar al niño.

ABUSOS SEXUALES: El abuso sexual puede definirse como la participación de un niño en actividades sexuales que no comprende plenamente, en las que no puede consentir con conocimiento de causa o para las que no está suficientemente desarrollado, o que transgreden leyes o tabúes sociales. Los niños pueden ser objeto de abusos sexuales por parte de adultos o de otros niños que, o debido a su edad o de su estado de desarrollo, estén en una situación de responsabilidad, confianza o poder en relación con su víctima.

ABUSOS EMOCIONALES Y PSICOLÓGICOS: Los abusos emocionales y psicológicos pueden manifestarse tanto en incidentes aislados como en una reiterada dejación por parte de un progenitor o cuidador, que mantiene al niño en un entorno inapropiado a su desarrollo y carente de apoyo. Los comportamientos de este tipo dañarán muy probablemente la salud física o mental del niño, o bien su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social. Se incluyen en esta categoría: las restricciones de movimientos, el menosprecio continuado, la culpabilización, las amenazas, los actos de terror, la discriminación o ridiculización, y otras variantes no físicas de rechazo o de trato hostil.

DESATENCIÓN: La desatención abarca tanto incidentes aislados como la reiterada dejación por parte de un progenitor u otro miembro de la familia – cuando están en condiciones de ofrecérselo – con respecto al desarrollo y bienestar del niño, en uno o más de los aspectos siguientes:

· Salud.

· Educación.

· Desarrollo emocional.

· Nutrición.

· Hogar y condiciones de vida seguras.

CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL

Las consecuencias sanitarias y sociales del maltrato infantil van mucho más allá de la defunción y las lesiones, ya que abarcan también los casos graves de daño a la salud y al desarrollo físico y mental de las víctimas. Diversos estudios indican que la exposición al maltrato y a otras formas de violencia durante la infancia está asociada a factores y comportamientos de riesgo en la edad adulta. Este tipo de comportamientos abarca: victimización con violencia y perpetración de actos violentos, depresión, tabaquismo, obesidad, comportamiento sexual de alto riesgo, embarazo no deseado, y consumo de alcohol y de estupefacientes.

Estos factores de riesgo y comportamientos pueden traer aparejadas algunas de las principales causas de defunción, enfermedad y discapacidad, como las enfermedades cardiacas o de transmisión sexual, el cáncer o los suicidios. Por ello, el maltrato infantil contribuye a una gran diversidad de consecuencias adversas para la salud física y mental que entrañan un costo, tanto para el niño como para la sociedad, durante toda la vida de sus víctimas.

FACTORES DE RIESGO.

De acuerdo con los estudios de la OMS. Se han identificado varios factores de riesgo de maltrato infantil. Aunque no están presentes en todos los contextos sociales y culturales, dan una visión general que permite comprender las causas del maltrato infantil.

FACTORES DEL NIÑO.

No hay que olvidar que los niños son las víctimas y que nunca se les podrá culpar del maltrato. No obstante, hay una serie de características del niño que pueden aumentar la probabilidad de que sea maltratado:

· La edad inferior a cuatro años y la adolescencia;

· El hecho de no ser deseados o de no cumplir las expectativas de los padres;

· El hecho de tener necesidades especiales, llorar mucho o tener rasgos físicos anormales.

FACTORES DE LOS PADRES O CUIDADORES.

Hay varias características de los padres o cuidadores que pueden incrementar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:

· Las dificultades para establecer vínculos afectivos con el recién nacido;

· El hecho de no cuidar al niño;

· Los antecedentes personales de maltrato infantil;

· La falta de conocimientos o las expectativas no realistas sobre el desarrollo infantil;

· El consumo indebido de alcohol o drogas, en especial durante la gestación;

· La participación en actividades delictivas;

· Las dificultades económicas.

FACTORES RELACIONALES.

Hay diversas características de las relaciones familiares o de las relaciones con la pareja, los amigos y los colegas que pueden aumentar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:

· Los problemas físicos, mentales o de desarrollo de algún miembro de la familia;

· La ruptura de la familia o la violencia entre otros miembros de la familia;

· El aislamiento en la comunidad o la falta de una red de apoyos;

· La pérdida del apoyo de la familia extensa para criar al niño.

FACTORES SOCIALES Y COMUNITARIOS.

Hay diversas características de las comunidades y las sociedades que pueden aumentar el riesgo de maltrato infantil, entre ellas:

· Las desigualdades sociales y de género;

· La falta de vivienda adecuada o de servicios de apoyo a las familias y las instituciones;

· Los niveles elevados de desempleo o pobreza;

· La disponibilidad fácil del alcohol y las drogas;

· Las políticas y programas insuficientes de prevención del maltrato, la pornografía, la prostitución y el trabajo infantiles;

· Las normas sociales y culturales que debilitan el estatus del niño en las relaciones con sus padres o fomentan la violencia hacia los demás, los castigos físicos o la rigidez de los papeles asignados a cada sexo;

· Las políticas sociales, económicas, sanitarias y educativas que generan malas condiciones de vida o inestabilidad o desigualdades socioeconómicas.

PREVENCIÓN.

La prevención del maltrato infantil requiere un enfoque multisectorial. Los programas eficaces son los que prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar a sus hijos. Entre ellos se encuentran:

· Las visitas domiciliarias de enfermeras para ofrecer apoyo, formación e información;

· La formación de los padres, generalmente en grupos, para mejorar sus aptitudes para criar a los hijos, mejorar sus conocimientos sobre el desarrollo infantil y alentarlos a adoptar estrategias positivas en sus relaciones con los hijos, y

· Las intervenciones con múltiples componentes, que generalmente incluyen el apoyo a los padres y su formación, la educación preescolar y la atención al niño.

Otros programas preventivos prometedores son:

· Los destinados a prevenir los traumatismos craneoencefálicos por maltrato (también conocido como síndrome del bebé sacudido, síndrome del niño sacudido o lesión cerebral infligida por traumatismo). Generalmente se trata de programas hospitalarios mediante los cuales se informa a los nuevos padres de los peligros de zarandear a los niños pequeños y de cómo afrontar el problema de los niños con llanto inconsolable.

· Los destinados a prevenir los abusos sexuales en la infancia. Generalmente se realizan en las escuelas y les enseñan a los niños:

o La propiedad de su cuerpo;

o Las diferencias entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos;

o Cómo reconocer las situaciones de abuso;

o Cómo decir «no»;

o Cómo revelar los abusos a un adulto en el que confíen.

Estos programas son eficaces para reforzar los factores de protección frente al abuso sexual en la infancia (por ejemplo, el conocimiento del abuso sexual y los comportamientos protectores), pero no hay pruebas de que reduzcan otros tipos de abusos.

Cuanto antes se producen estas intervenciones en la vida del niño mayores son los beneficios que le pueden aportar a él (por ejemplo, desarrollo cognitivo, competencias conductuales y sociales, logros educacionales) y a la sociedad (por ejemplo, reducción de la delincuencia).

Además, el reconocimiento precoz de los casos y la asistencia continua a las víctimas y sus familias pueden ayudar a reducir la recurrencia del maltrato y a paliar sus consecuencias.

Para maximizar los efectos de la prevención y la atención, la OMS recomienda que las intervenciones se realicen en un marco de salud pública y en cuatro fases:

· Definición del problema;

· Identificación de las causas y los factores de riesgo;

· Creación y puesta a prueba de intervenciones destinadas a minimizar los factores de riesgo, y

· Difusión de información sobre la eficacia de las intervenciones y expansión de la aplicación de las intervenciones de eficacia demostrada.

Fuente: Organización mundial de la salud OMS, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF.